Entre los Ashaninka, encontramos las características que definen los sistemas cosmológicos chamánicos presentes en las tierras bajas del Amazonas: universo dividido en varios niveles; la existencia de un mundo invisible atrás del mundo visible, el papel del chamán como mediador entre estos mundos, etc. Tal vez la particularidad ashaninka reside en su concepción extremamente dualista del universo, definiendo claramente las fronteras entre el Bien y el Mal.
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Según el antropólogo Gerald Weiss, el universo indígena, organizado verticalmente, comprende un número indeterminado de niveles superpuestos. Así, de abajo para arriba, encontramos, sucesivamente: Šarinkavéni (el “Infierno”), Kivínti (el primer nivel subterráneo), Kamavéni (el mundo terrestre), Menkóri (el mundo de las nubes) y otros niveles que cubren la tierra y componen el cielo (1969:81-90). El conjunto de los niveles celestes es denominado henóki, pero este término también es utilizado como sinónimo de cielo, cuya denominación adecuada es Inkite.
De acuerdo con Weiss, aunque estos niveles estén interrelacionados, los habitantes de cada uno de éstos experimentan su mundo de una manera sólida. Así, por ejemplo, si tomamos como referencia nuestra Tierra (Kamavéni), residencia de los hombres mortales, el cielo visible a partir de ésta constituye apenas el piso del nivel inmediatamente superior (Menkóri) cuya mayor parte permanece fuera de nuestra percepción visual. Debajo de Kamavéni, existen dos niveles: Kivinki (-1), residencia de “buenos espíritus”, y Šarinkavéni (-2) que, según el autor, puede ser calificado como “Infierno de los Campa”. Weiss resalta, sin embargo, que el nivel -1 es mencionado por pocos Ashaninka, muchos considerando que, debajo de la tierra, sólo existe Šarinkavéni: el mundo de los demonios.
La cosmología Ashaninka se complica cuando Weiss identifica los habitantes de los diferentes niveles del universo, buscando explicar el papel desempeñado por cada uno de ellos, sus diversas manifestaciones y sus relaciones con los Ashaninka. En el cielo, o más específicamente, en cima (henóki), viven los buenos espíritus. Esta categoría es llamada de amacénka y también ašanínka, o sea, es tomada como extensión de la propia autodenominación del pueblo.
Estos espíritus son jerarquizados conforme el poder que les es atribuido y su importancia en la cosmología. Los más poderosos son denominados Tasórenci y son considerados como verdaderos dioses. Los Tasórenci tienen el poder de transformar todo a través del soplo y forman el panteón ashaninka que creó y gobierna el universo. En la cima de esta jerarquía está Pává (Pawa), el más poderoso de los Tasórencia, padre de todas las criaturas del universo. Generalmente invisibles a los ojos humanos, algunos Tasórenci pueden, sin embargo, aparecer en la Tierra revistiéndose de forma humana.
Los espíritus del Mal y los demonios, llamados genéricamente Kamári, habitan el nivel más inferior, donde viven bajo la autoridad suprema de Koriošpíri. Pero estos espíritus maléficos no residen apenas en Šarinkavéni. Aunque este primer nivel de la jerarquía presente la mayor concentración de estos seres y abrigue los más poderosos entre ellos, los espíritus nefastos también se encuentra, en varios lugares, en el mundo habitado por los hombres. En “nuestra” Tierra, el principal demonio es Mankóite, que tiene su morada en los barrancos frecuentemente encontrados a lo largo de los ríos en territorio ashaninka. Éste se caracteriza por una forma humana, pero generalmente permanece invisible. Un encuentro con él anuncia la muerte. Es interesante notar que, segundo Weiss, el Mankóite vive de manera semejante al blanco: sus casas tienen los mismos objetos, poseen mercancías, etc.
Así, la espiritualidad ashaninka presenta un carácter extremamente dualista. En el cosmos jerarquizado por Pává, los espíritus son, generalmente, buenos (amacénka o ašanínka) o malos (kamári). Tanto unos como otros manifiestan su presencia de diferentes maneras en la Tierra habitada por los humanos. El šeripiari (chamán) actúa como mediador entre los hombres y estas diferentes capas del cosmos. Con el auxilio del tabaco, de la coca y del kamárampi (ayahuasca), él busca comunicarse con los espíritus buenos y combatir las fuerzas diabólicas, pero también puede disponer su poder a servicio del Mal (hechicería). De esta forma, el plano en que viven los hombres no es habitado exclusivamente por seres humanos, animales y plantas. Éste se presenta como un mundo en equilibrio frágil, donde los hombres viven constantemente asediados por el enfrentamiento entre el Bien y el Mal.
En el río Amônia
Los Ashaninka del río Amônia también relatan una visión del mundo construida a partir de una estructura del universo verticalmente jerarquizada y compuesta de niveles superpuestos. El nivel subterráneo es asociado a la muerte y a los espíritus del mal: kamari. Los indios poco hablan sobre ese mundo donde viven personas extrañas, algunas con un modo de vida semejante al del blanco (casas, carros, etc.) y que pueden respirar en el agua. Los Ashaninka afirmaron que ninguno de ellos vive allá y que no les gusta pensar en ese lugar peligroso porque podrían despertar los espíritus maléficos y llamarlos para nuestro mundo. Todos ellos afirman, sin embargo, que este nivel existe y que se sitúa “abajo” (isawiki) de nuestra Tierra.
Leer másAunque este mundo esté asociado a la muerte y haya sido calificado por algunos como el “Infierno”, éste no es siempre presentado como tal. Según el relato de Shomõtse, actualmente el Ashaninka más viejo de la aldea Apiwtxa, el “Infierno” no se situaría en este nivel subterráneo, pero estaría localizado en el cielo o, más exactamente, “en cima” (henoki), y no “debajo” (isawiki). Allá existe un ”gran hueco con agua hirviendo en una gran olla”. El dueño de este lugar es Totõtsi, cuya principal tarea es cocinar a los Ashaninka pecadores. La presencia del “Infierno” en cima también se encuentra en otros relatos, mientras algunos informantes creen que este lugar está situado debajo de la Tierra.
Como en el caso expuesto por Weiss, los Ashaninka del río Amônia presentan el cielo como compuesto de varias capas. En la cima, en inkite, se encuentra Pawa, el Dios todo poderoso. En la capa inmediatamente inferior, están los Tasorentsi, que son vistos con características divinas: “ellos son como un Dios, agarran cualquier cosa, soplan y la transforman en otra cosa”. En un nivel debajo de ellos, siempre en henoki, se encuentran otros espíritus buenos que, como los Tasorentsi, son los “verdaderos hijos de Dios”. Según algunos informantes, esta capa del cielo es llamada Pitsitsiroyki. Es donde Pawa selecciona entre los Ashaninka aquellos que reconoce como hijos. Según los Ashaninka del río Amônia, estos “espíritus buenos” que viven en henoki pueden todos ser considerados como itome Pawa (hijos de Pawa) y son llamados amatxenka o asheninka.
Para los Ashaninka del río Amônia, Pawa es presentado como el Dios creador de todo el universo. A veces, los Ashaninka se refieren a él como Paapa (pai). Directa o indirectamente apoyado por sus hijos, él creó la Tierra, la selva, los ríos, los animales, los hombres, el cielo, las estrellas, el viento, la lluvia, etc. En la mitología nativa, muchas de estas creaciones son, en realidad, transformaciones de personas ashaninka, hijos de Pawa, en otra cosa y fueron realizadas a través del soplo. Así, en los tiempos de la creación del mundo, los animales, las platas, los astros o ciertos lugares o fenómenos tenían una apariencia humana y eran, de una manera general, hijos de Pawa. En función del comportamiento de estos primeros Ashaninka en la Tierra, el Dios y/o los Tasorentsi los transformaron en otra cosa, mala o buena.
Sol y Luna
En la mitología ashaninka, el género de Sol y Luna son opuestos al portugués, siendo el primero femenino y el segundo masculino. Según Weiss, Pawa habría nacido de una relación sexual de la Luna con una mujer ashaninka que murió quemada al dar a luz al Sol. De este modo, Luna es considerado el padre de Pawa. Antes de subir al cielo, durante mucho tiempo Sol y Luna vivieron en la tierra.
Leer másLuna ofreció yuca (kaniri) a los Ashaninka que, hasta aquel momento, solo se alimentaban de termitas. Con todo, a pesar de ser el padre de Sol y también considerados como un Dios, Luna ocupa un estatus inferior al Sol en razón de sus actividades que lo alejan de la vida y lo aproximan a la muerte. Ser caníbal, Luna se alimenta de los muertos y el destino de los ashaninka es ser devorados por él.
Esta relación de filiación entre la Luna y el Sol parece un poco problemática entre los Ashaninka del río Amônia. Kashiri no es siempre reconocido con padre de Pawa, en la medida en que muchos informantes afirman, categóricamente, que éste siempre existió y creó todo, inclusive la Luna. Éste es visto como un ser ambiguo, al mismo tiempo considerado como un Dios proveedor de la yuca (kaniri), pero también asociado a un ser caníbal que pelea periódicamente con el sol (eclipses) y es asociado al mundo de los muertos.
Según los Ashaninka del río Amônia, después de la vida en la Tierra, los muertos (kamikari) van, en un primer momento, para el mundo de “abajo” (isawiki), donde permanecen por un tiempo. En las fases de la luna nueva, Kashiri los ingiere y los lleva para Pitsitsiroyki, donde los entrega a una estrella. Ésta es encargada de lavarlos, perfumarlos y guardarlos hasta la visita de Pawa que, periódicamente, escoge entre los muertos a los Ashaninka que él reconoce como hijos legítimos y desea guardar cerca de sí.
Los blancos
Esta jerarquización del Cosmos y la dicotomía entre el Bien y el mal son fundamentales para entender el lugar atribuido por los Ashaninka a los “otros” y, principalmente, a los blancos. Toda la organización del Cosmos nativo está basada en este principio estructural compuesto por dos elementos al mismo tiempo opuestos y complementarios. Así, mientras los Ashaninka son idealmente asociados al Bien, el blanco mantiene lazos estrechos con los espíritus maléficos y las fuerzas del mal.
La visión del Blanco (wirakotxa) aparece con destaque en la mitología nativa. El primer wirakotxa del cual los Ashaninka del río Amônia afirman tener conocimiento es el español que surge de un lago, como consecuencia de un acto de desobediencia del Inka a su padre Pawa, y viene a perturbar el orden del universo.